Tour de France

Víctor Rivas en el CNBDI Foto: El cronista en el Centre national de la bande dessinée et de l’image.

Una visión personal e intransferible de la visita al Salón de la BD de Angoulême. Por Víctor Rivas.

Suave y tímidamente, como los copos de nieve empezaban a amontonarse sobre el suelo, llegamos a Angoulême el sábado 28 de Enero, después de pasar nuestra primera noche en la capital del Cognac. Acompañados por el azar de una autora Nipona afincada en Italia, Keiko Ichiguchi, a la que rescatamos de la desesperación de no poder aplacar su horda de fans con la firma de los ejemplares de su última obra y a la que Emma Ríos tranquilizó con su correcto y ponderado dominio de la lengua del milenario imperio japonés. Ya en la cima de la villa y haciendo malabares con el francés, recuperándolo de la oscuridad y el letargo de lo que para mí ya era una lengua por lo menos dormida y una acreditación prestada de un editor que volvía a España con sus deberes hechos, (Ricardo Esteban, de DIBBUKS, JL. Moreno, de SinSentido y Angel de la Calle, autor de Modoti, fueron nuestros camellos), Miguel Porto y yo mismo, nos hacíamos con acreditaciones personales de autor, las cuales nos permitían el acceso libre a todo el Festival sin desembolso pecuniario ninguno. Melo (Librería especializada BD! de Vigo y colaborador en la organización de Viñetas desde o Atlántico) y Esther (Librería especializada Lleida Comics en Lleida) también se hicieron con la llave mágica plastificada que nos abría las puertas de la Meca de la BD francesa y por ende Europea. Desde el Ayuntamiento de la Villa, nuestra primera visita a la par que refugio de la ventisca siberiana que se arremolinaba fuera, fueron las carpas donde se mostraban los trabajos más atrevidos y fascinantes, los editores de BD alternativa, donde fuimos entrando en calor con las composiciones de los ilustradores más vanguardistas, adquirimos las primeras joyas de nuestras particulares colecciones.

A partir de ahí, entre resbalones, ojos semicerrados, poner y quitar de ropa, frío de la Tundra y calor humano, visitamos el resto de los stands, Pabellón Chino de gélida cola de dragón, aunque nos colamos, estaba lleno de gente pero nada de chicha en especial, salvo unas bolsas enormes a las que todo el mundo procuraba acceder. Pasamos por la pequeña tienda que tiene l’Association, muuuuy interesante. Las horas del mediodía pasaron entre un restaurante Pakistaní, comida que nos acompañó hasta bien entrada la tarde, de vuelta a la vorágine tuvimos el placer de encontrarnos con otro gallego, el señor Tirso Cons, que firmaba entre barriles de ron en el estand de Paquet. Sucedieron ante nuestros ojos stands de las grandes y medianas editoriales con sus firmas de autores y los esperantes que esperaban su turno sentados y resoplando de calor y emoción ante la proximidad de su ídolo. Y ví a Dupuy y a Berberian entre otros, también estaba Mignola pero no lo ví. En un momento de despiste nos encontramos Porto y yo enfocados por una cámara de Cuatro, esperaban a Miguelanxo como otros, en su defecto les valimos nosotros, con lo cual es posible que algún día nos veáis en quatrosfera pasando frío, y con unas pintas… Descansando del “entraysaledelcaloralfrío” nos acercamos a tomar un refrigerio a un café de las proximidades, aunque la consumición se compuso en un 90% de cerveza negra irlandesa, que para conocimiento de los degustadores habituales, el precio por pinta excede los 7 euros de vellón. En ese espacio de tiempo se valoró la posibilidad de regresar a Cognac, a nuestras habitaciones atados de cadenas o pernoctar precariamente y donde pudiésemos en la ciudad del Comic. En este impás temporal tuvimos el placer de departir con los editores de Astiberri, con Raquel Alzate y con el sin par JL. Ágreda, un gentleman del dibujo y el único por allí ataviado de abrigo largo y paraguas. Volvimos a Cognac, cenamos y dormimos. El domingo nació soleado, la nieve derretida igual que la mantequilla en los croissants nos permitió llegar sin incidentes a Angoulême por segunda vez. En esta ocasión la mañana la pasamos en el CNBDI, que viene a ser el edificio del centro nacional de la BD, exposiciones fabulosas, biblioteca atestada de tebeos, cafetería amplia y a buenos precios y lo mejor: la librería y lo mejor de la librería: Berberian, Blutch y dos asociados más, a menos de 2 metros recomendaban y bromeaban sobre sus tebeos favoritos, entre ellos Sébastien Lumineau (Une Vingtaine), Goscini (Los laureles del César), Sébastien Lumineau, Dan Clowes (David Boring), Moebius (El Garaje Hermético) o Suehiro Maruo (Midori). Comimos salchichas en el mismo centro y después nos acercamos a las tiendas de segunda mano o “Bouquinistes”, donde se pueden completar colecciones de BD de todos los tiempos a decentes precios, especial para nostálgicos de los Casacas Azules, Yoko Tsuno, Blueberry, Franquín, y de recopilatorios o integrales. En medio de las tradicionales cervezas de despedida, o 3er tiempo, conocimos a unos alumnos de la escuela de Bellas Artes de Angoulême, que cursaban estudios en la rama de C-O-M-I-C sí señores, impartidos por autores que publican y viven de ello, además de dar clase. Tenían una asociación creativa tremendamente interesante, café-creed, y publican un fancine lacrimógeno, y no por lo triste de sus historias, si no porque me hizo llorar, de admiración y alegría, hacia los autores/as y la nación que lo permite, y si me lo permitís vosotros voy a acabar con un Vive la France! Volvimos detrás del frío Siberiano sin especiales contratiempos y aquí estamos. Yo volveré, que el director el año que viene es Trondheim y esto promete.

Post data: Profesionalmente yo no llevaba nada preparado para enseñar, es recomendable tener un proyecto de álbum bien preparado y tiempo para hacerlo si te dicen que sí. En estos momentos no disponía de ninguna de las dos premisas antes mencionadas y mi intención era el espionaje principalmente, y prepararme mi visita del año que viene, que espero sea fructífera en trabajo y en amigos.

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